La vida, una cadena de decisiones

Ya de pequeña me fascinaban las reacciones que se daban entre los elementos de la naturaleza (yo lo llamaba “mezclaciones”):  la formación de barro con arcilla y agua, la aparición del color verde mezclando amarillo y azul, la congelación o la ebullición del agua en función de la temperatura, la disolución del Cola Calo en la leche, bacterias que matan y bacterias que curan o el amor entre dos personas.
Esto, junto con una fuerte vocación por las ciencias de la salud, me llevó a adentrarme en aquellas disciplinas que pudieran mejorar el bienestar humano de una manera o de otra. La primera de mis elecciones fue Licenciarme en Farmacia, donde adquirí amplios conocimientos del cuerpo humano, la salud, la enfermedad y cómo el manejo de la química, botánica o bioquímica podía interferir de manera fascinante sobre el.

La siguiente decisión al terminar la carrera fue irme a aplicar lo aprendido al Reino Unido, donde conocería muchas otras cosas inesperadas de las que no se hablan en los libros. Allí reparé en algo que siempre pululaba en algún lugar de mi cabeza: que yo no estaba hecha para cantar bajo la lluvia y que un porcentaje importante de la medicación que dispensaba podría reducirse, incluso evitarse, con una alimentación y estilo de vida saludables.  

A partir de ahí empecé a estudiar por mi cuenta todo lo que estuviera relacionado con alimentación y estilo de vida. Estudié todo lo convencional y no convencional, la filosofía ayurveda, la nutrición ortomolecular, la cocina alcalina, el veganismo, el crudiveganismo, el ayuno, todo se me antojaba cuanto menos curioso y así poco a poco fui seleccionando lo que mi sentido común me dictaba. Entonces realicé el Grado de Nutrición Humana y Dietética con un objetivo claro: llevar mis ideales de salud allá donde fuera siempre desde una perspectiva informada, rigurosa, integral y personal.

Lo que ocurrió a partir de ahí lo descubriréis navegando por esta web.